Religión y filosofía en China
Desde el
punto de vista religioso, la civilización china se ha caracterizado siempre por
su gran eclecticismo, es decir, por su gran capacidad de ir asimilando nuevos
conceptos filosófico-religiosos sin necesidad de abandonar los que ya existían
anteriormente, formando así una amalgama de distintos conceptos filosóficos y
religiosos procedentes de distintas fuentes (Confucianismo, Taoísmo, Buddhismo,
conceptos de la cosmología china, etc.), que dio a lugar a lo que se conoce en
China como religión popular.
Contexto histórico
Los
corrientes de pensamiento que han influenciado la sociedad china como el
Confucianismo o el Taoísmo aparecieron y se desarrollaron durante la segunda
mitad de la prolongada dinastía Zhou. Los historiadores suelen dividir este
período en dos sub-periodos que denominan Primaveras y Otoños (chunqiu 春秋 722-481 a.C) y Estados
Combatientes (zhanguo 战国 481-221 a.C).
Durante
siglos los reyes de la dinastía Zhou habían mantenido el orden, la paz y la harmonía
en su gobierno compuesto de diferentes feudos que juraban lealtad al poder
central de los Zhou. Los Zhou, que habían arrebatado el poder a la dinastía
anterior, la de los Shang, basaron su gobierno en un nuevo concepto que
justificara su usurpación del poder de los Shang, el concepto del Mandato del
Cielo (Tianming 天命), según el cual una
dinastía despótica que había llevado una mala gestión del Estado y había
maltratado al pueblo, podía perder el favor del Cielo. Esta pérdida de poder solía
ir precedida de ciertas señales que auguraban un cambio de dinastía como las catástrofes
naturales (sequias, inundaciones, terremotos), malas cosechas y períodos de
hambruna que daban lugar a rebeliones populares que finalmente acababan por
derrocar la dinastía reinante.
Las
llamadas Cien Escuelas de Pensamiento chino o zhuzi baijia 诸子百家
surgieron a finales del período Primaveras
y Otoños como respuesta a una situación de profunda crisis política y de
valores que estaba atravesando la dinastía de los Zhou. Las lealtades que
antaño habían forjado los sabios reyes Zhou con los distintos feudos habían
traído consigo siglos de paz, prosperidad y armonía en la sociedad. Sin
embargo, con los siglos esas lealtades se fueron desmembrando progresivamente
hasta desembocar en un estado de guerra permanente entre los distintos estados vecinos
para hacerse con el control del territorio y los recursos de los demás estados
(período de Estados o Reinos Combatientes).
De las
muchas escuelas de pensamiento que surgieron en esa época, sólo llegaron a
sobrevivir un número muy reducido, entre los cuales destacan el Confucianismo,
el Taoísmo, el Legismo o el Mohismo. El surgimiento de las Cien Escuelas de
Pensamiento tuvo como objetivo encontrar respuestas y soluciones a los
problemas de aquel momento, haciendo especial hincapié en la relación del
hombre con el cosmos (en el caso del Taoísmo), el hombre y su relación con la
familia, el monarca y las tradiciones ancestrales (en el caso del Confucianismo),
o el hombre y su relación con el estado y las leyes (en el caso del Legismo).
Confucianismo
El Confucianismo,
conocido en China con el nombre de rujia 儒家 fue, desde la instauración de la dinastía Han, la ideología central del gobierno
imperial. Este sistema filosófico se articulaba entorno al concepto del Mandato
del Cielo (Tianming天命) que reafirmaba el poder
del emperador.
El modelo
de estado que forjaron los primeros reyes Zhou y que defendía Confucio era un Estado
que se estructuraba como una gran familia, es decir, era una estructura
jerárquica de linajes familiares en forma piramidal en cuya cima estaba el
monarca o Hijo del Cielo (Tianzi 天子). En este tipo de
organización política y social, el culto a los ancestros tenía un papel
sumamente importante, ya que es gracias a los ancestros que el poder se ha ido transmitiendo generación tras generación a
lo largo de los siglos. El monarca debía rendir culto a sus ancestros reales,
de la misma forma que los hijos varones de cada familia debían rendir culto a
sus respectivos ancestros. El culto a los antepasados es una tradición que se
remonta en el origen de los tiempos de la civilización china, i que, en la
actualidad, se sigue practicando, especialmente en zonas rurales. Así pues, en
cierto modo, podríamos decir que este culto es la verdadera religión del pueblo
chino, aunque, con los siglos, se hayan ido incorporando elementos de otros
sistemas de pensamiento como el Taoísmo i el Buddhismo.
Confucio
Confucio 孔子 |
Confucio
o Kong Zi 孔子 como se le llama en China, fue un
hombre que vivió a caballo entre los siglos VI y V a.C, fue coetáneo de
Siddharta Gautama (Buddha) y de Sócrates. Confucio nació en el pequeño reino de
Lu que ocupaba una parte de la actual provincia de Shandong. Desde pequeño,
Confucio ya mostraba una gran erudición, se sabía de memoria los textos
clásicos chinos y mostraba mucho interés por los antiguos rituales chinos.
Confucio,
que vivió en el período de Primaveras y
Otoños se sentía profundamente
afligido por esta situación de crisis política y de valores que estaba
atravesando su país y por eso creía que era necesario recuperar la moral y las
tradiciones del pasado. Confucio
recopiló y sistematizó todos los preceptos y rituales de la remota antigüedad
porque veía en aquel pasado una verdadera edad de oro en la cual sus reyes
habían llevado a cabo un gobierno ejemplar que era necesario emular. En realidad, Confucio nunca ideó ninguna
teoría filosófica o política nueva sino que se limitó a recuperar las
tradiciones de un pasado, según él, esplendoroso. De hecho, Confucio decía de sí mismo que no había
inventado nada, sino que simplemente se limitaba a difundir las ancestrales
tradiciones que estaban escritas en los libros Clásicos.
VII-1. El Maestro dijo: «Transmito, no
invento. Siento confianza y querencia hacia la antigüedad; [en este aspecto,]
me comparo humildemente con Lao Peng».
(Analectas
de Confucio)
Confucio
creía que los soberanos de su época actuaban solamente por interés propio y no por el bien común de la sociedad y a
favor de la harmonía social como los santos reyes de la antigüedad. Según
Confucio, estos soberanos se caracterizaban por tener “humanidad” 仁
(pronunciado ren). Este término
es la espina dorsal de la filosofía confuciana y es
precisamente lo que siempre predicaba el propio Confucio. La palabra ren expresa justamente la virtud de cumplir con las
responsabilidades de uno mismo para con los demás. De hecho, si analizamos la
morfología del carácter 仁
(radical de persona 亻con
el número dos 二), ya expresa de alguna manera lo que
significa esta palabra, que el hombre no está solo en la sociedad y que es de
suma importancia relacionarse correctamente con las demás personas. El concepto
de ren es la esencia del pensamiento
confuciano que surge cuando las conductas de las personas se ajustan a lo prescrito
en los cánones y ritos de la antigüedad. Cuando las personas tienen humanidad,
la vida en sociedad es harmónica, las persones sienten empatía y comprensión
hacia los demás.
VI-28. Zigong dijo: «¿Qué os parecería
quien prodigara gracias al pueblo y favores a las multidudes? ¿Podría decirse
que posee humanidad?»
El Maestro dijo: «¡Qué va a ser
humanidad! ¡[Ese hombre] sería un santo! [Ni siquiera] Yao y Shun llegarían a
tanto! La humanidad [consiste en] formarse formando a los demás, lograr
haciendo que logren los demás. Toma en ti mismo el ejemplo [de lo que debes
hacer respecto a los demás], puede decirse que ésa es la receta de la
humanidad».
XII-2. Zhonggong preguntó acerca de la
humanidad. El Maestro dijo: «De puertas afuera, compórtate como ante un huésped
dignatario. Dirige al pueblo como si de celebrar una gran ceremonia se tratase.
Lo que no desees para ti, no lo impongas a los demás. Que no haya descontento
ni en el señorío, ni en el feudo».
Zhonggong dijo: «Pese a mi falta de
perspicacia, trataré de hacer lo que decís».
(Analectas
de Confucio)
Como a
Confucio le tocó vivir en una época de profundas desuniones y enfrentamientos
entre soberanos, Confucio se dedicó a ir de corte en corte intentado adoctrinar
a monarcas y a personas influyentes sobre cuales debían ser las buenas
conductas y formas de gobernar correctamente, sobre cuál debía ser el buen
ejemplo a seguir. Sin embargo, Confucio siempre fracasó en su empresa porque
todos los monarcas hacían caso omiso a sus consejos, y acabó sus días
ejerciendo de maestro de todo aquel que solicitara sus servicios. Entre sus discípulos, había hombres
procedentes de clases nobles y hombres que procedían de clases pobres y
humildes, pero Confucio nunca hizo distinciones porque abogaba por una enseñanza
sin distinción de clases sociales. De hecho, Confucio creía firmemente en el
hecho de que proceder de la nobleza no daba ninguna garantía de ser un hidalgo
o junzi 君子.
Un junzi, según Confucio, era un
hombre que no actuaba en beneficio propio, sino que se guiaba por una rectitud
moral y ética determinadas, un junzi era
un hombre virtuoso que tenía mucha humanidad,
condición que no venía dada en ningún ser humano de forma natural, sino que
había que forjarla a través del estudio de los Clásicos chinos y poniendo en
práctica las enseñanzas que aparecían en esos libros. Según Confucio, en esos Clásicos
se acumulaba toda la sabiduría de los gobernantes del pasado.
IV-10.
El Maestro dijo: «Respecto al mundo, el hidalgo carece de [prejuicios] a
favor o en contra [de las cosas], se ciñe a lo justo».
IV-11. El Maestro dijo: «El hidalgo
piensa en la virtud; el villano, en la hacienda. El hidalgo piensa en las
reglas, el villano, en los privilegios».
IV-12. El Maestro dijo: «Quien actúa en
función de sus propios intereses provocará muchas hostilidades».
IV-16. El Maestro dijo: «El hidalgo
entiende de justicia; el villano entiende de provecho».
VII-36. El Maestro dijo: «El hidalgo se
halla sereno y despejado; el villano, ansioso y abrumado».
XIII-26. El Maestro dijo: «El hidalgo
posee grandeza, pero no soberbia. El villano posee soberbia pero no grandeza».
(Analectas
de Confucio)
Para
Confucio, la familia era la base de la sociedad y la forma perfecta de gobierno.
De la misma forma que un padre ama a su hijo y, éste a su vez, ama, respeta y
obedece a su padre (piedad filial); un gobernante y sus súbditos debían comportarse
de igual forma, es decir, si el monarca amaba a su pueblo y le
proporcionaba bienestar, el pueblo
amaría, obedecería y veneraría a su
monarca. En resumidas cuentas, Confucio creía que el Estado no era más que una
extensión de la familia y que, por lo tanto, si todas las familias profesaban la
piedad filial, los beneficios resultantes de ésta se extenderían también al
gobierno.
II-20. El señor Ji Kang preguntó: «Cómo
conseguir la veneración, la lealtad y el esfuerzo del pueblo?»
El Maestro dijo: «Tratadlo con
dignidad, y seréis venerados. [Mostrad] piedad filial y paternal solicitud, y
obtendréis su lealtad. Promoved [al hombre de] talento e instruid al incapaz, y
el pueblo se verá animado al esfuerzo».
II-21. Alguien preguntó al Maestro Kong:
«Maestro, ¿por qué no servís en el
gobierno?».
El Maestro contestó: «El Libro de los
Documentos dice: «Piedad filial, sólo piedad filial y fraternidad. [Sus beneficios]
se extienden al gobierno». Siendo así, ¿por qué habría yo de servir en el
gobierno?».
(Analectas
de Confucio)
Según
Confucio el buen gobierno sólo sería posible si que cada individuo acepta su
posición dentro la sociedad, actuando y comportándose en consecuencia.
XII-11. El
duque Jing de Qi preguntó al Maestro Kong acerca del gobierno. El Maestro Kong
dijo:
«Que el señor sea señor; el vasallo, vasallo; el padre,
padre; y el hijo, hijo».
El duque
exclamó: «¡Excelente! Si el señor no es señor, el vasallo no es vasallo, padre
no es padre y el hijo no es hijo, por abundantes que fueran las mieses,
¿llegaría yo a disfrutarlas?».
(Analectas de Confucio)
Lo que
quería decir Confucio en este párrafo es que si cada cual no hace bien su
función dentro de la sociedad y el gobierno, aunque haya abundancia de recursos
en el país, mucha gente no tendrá acceso a ellos porque siempre habrá gente que
se deje llevar por la avaricia y tome lo que no es suyo.
Confucio
nunca se centró en los problemas metafísicos de la vida, su único deseo era
perfeccionar la vida de los hombres dentro de la familia i la sociedad. De
hecho, en uno de los pasajes de las Analectas, cuando uno de sus discípulos le
pregunta acerca de la muerte y los espíritus Confucio dice lo siguiente:
XI-12. Jilu preguntó cómo servir a los espíritus y
a los dioses. El Maestro respondió: «Tú no eres
capaz de servir a los hombres, ¿cómo podrías servir a los espíritus?»
Jilu inquirió: «¿Puedo
preguntarte sobre la muerte? El Maestro respondió: «Todavía no conoces la vida,
¿cómo podrías conocer la muerte?»
Confucio
tampoco hizo hincapié en la cuestión de si la naturaleza de los hombres era
buena o mala, es decir, si los hombres tendían o no de forma natural hacia la
bondad o hacia la maldad. Sin embargo, dos de sus discípulos más brillantes,
Mencio (Meng Zi) y Xun Zi, sí que llegaron a profundizar en este tipo de
cuestiones. Mencio tenía una visión optimista sobre la naturaleza del hombre y
afirmaba que el hombre era bueno por naturaleza. Xun Zi, en cambio, tenía una
visión más pesimista o realista y afirmaba que el hombre era malo por
naturaleza, razón por la cual era necesario instruirlo para llevarlo por el
buen camino.