miércoles, 17 de octubre de 2012

El Legismo 法家




Aunque el Confucianismo y el Taoísmo son las escuelas de pensamiento que más han influenciado China y que más que se han exportado al exterior, tampoco podemos obviar la importancia de una tercera escuela de pensamiento que se desarrolló en China en el mismo periodo histórico que el Confucianismo y el Taoísmo: el Legismo, que en chino se denomina fajia 法家.
Entre los primeros pioneros de la escuela legista, Shang Yang 商鞅 (390-338 a.C), Shen Buhai 申不害 (-- 337 a.C) y Shen Dao 慎到 (395-315 a.C), Shang Yang fue uno de los más importantes porque fue el primero en introducir en el estado de Qin reformas basadas en  las doctrinas legistas. Gracias a estas reformas, el estado Qin consiguió derrotar a los demás estados y, su rey, Qin Shi Huang, pudo proclamarse primer emperador de la China unificada en el año 221 a.C.

Han Fei Zi 韩非子

Sin embargo, el legista más conocido es sin duda Han Fei Zi 韩非子 (280-234 a.C). Han Fei Zi y Li Si 李斯 (280-208 a.C), que fue primer ministro del primer emperador Qin Shi Huangdi, fueron ambos discípulos del confuciano Xun Zi, del que aprendieron que la naturaleza del hombre es mala de forma innata. Esta tesis influiría enormemente su forma de percibir a los seres humanos y su relación con el Estado y sus leyes.
Han Fei Zi escribió un libro llamado “El arte de la política (los hombres y la ley)” en el que expone sus ideas legistas. En uno de los capítulos de su libro, Han Fei Zi hace una interpretación de la obra de Lao Zi que es especialmente interesante para comprender mejor el pensamiento taoísta de Lao Zi y las influencias que éste tuvo para los legistas, y muy especialmente para Han Fei Zi.
El carácter fa con el que se denomina la escuela legista, significa “ley”, palabra que describe a la perfección la esencia de esta escuela de pensamiento. Para los legistas, lo más importante era la ley a la que todos los ciudadanos del reino debían estar sujetos excepto el monarca. Aunque en China ya existían los códigos legales desde hacía muchos siglos, antaño, en la remota antigüedad, los sabios reyes habían gobernado más por el poder de los ritos que era el modelo de gobierno defendido por Confucio. Gobernar por el poder de los ritos significa que había unos códigos de conducta preestablecidos que tenían su origen en la remota y más antigua tradición china. Dichos códigos de conducta eran como un pacto tácito entre el monarca y sus súbditos, cada individuo tenía un rol dentro de la sociedad y unas obligaciones morales que debía cumplir para con los demás, entre las cuales cabe destacar las siguientes:
1.       El culto a los ancestros. Esta es la piedra angular de toda la tradición china sobre la cual se sustentaba todo. Todos los varones tenía la obligación moral de rendir culto  sus antepasados y hacerles ofrendas para que los espíritus de éstos estuvieran apaciguados y los vivos pudieran recibir el favor de sus ancestros muertos.
2.       Practicar la piedad filial. Todo hijo debía obedecer, respetar y venerar a sus padres, y jamás contradecirles aunque éstos estuvieran errando.
3.       Profesar la benevolencia hacia las demás personas.
4.       Deber moral de respetar los ritos ancestrales que regían las relaciones entre los distintos estratos de la sociedad.
En este tipo de gobierno, la familia y el Estado eran una misma cosa, y de la misma manera que los hijos obedecían y veneraban a sus padres (piedad filial), los súbditos aceptaban al monarca como cabeza de estado, le obedecían, le respetaban y le amaban como a un padre. El monarca, por su parte, tenía la obligación moral de profesar la benevolencia hacia sus súbditos que le guardaban lealtad, hacer ofrendas y rendir culto a sus ancestros reales para los espíritus de éstos trajeran buena fortuna al reino (que los campos proporcionaran buenas cosechas, evitar catástrofes naturales y rebeliones que pudieran hacer perder al rey el Mandato del Cielo).
En este tipo de gobierno, los códigos legales tenían una importancia secundaria, ya que lo más importante eran las relaciones entre los distintos estratos sociales y la obligación moral de respetar las relaciones protocolarias y de etiqueta que se teñían de un fuerte matiz religioso o sagrado. Aunque en China existían los castigos xing  por malas conductas, en este tipo de gobierno por los ritos se trataba de evitar el castigo severo para intentar adoctrinar al ignorante o infractor y llevarlo por el buen camino. Según Confucio, cuando no había más remedio que aplicar el castigo severo (pena de muerte, torturas, etc.) es que algo fallaba e  indicaba que las cosas no se estaban haciendo bien en el seno de la sociedad y el gobierno, por lo que la gente no sabía a lo que atenerse y perdían el camino de la rectitud, de lo que era correcto.
Sin embargo, los legistas apostaban por un gobierno que se rigiese únicamente por un código legal que todo el mundo debía conocer. Para conseguir este objetivo, el código legal debía publicarse en todas la ciudades, pueblos y aldeas rurales, y, además, debía ser leído en público por oficiales gubernamentales para todas las personas que no tenían acceso a la escritura pudieran saber a lo que atenerse. Dicho código legal tenía que ser explícito y respetarse al pie de la letra, de lo contrario, los castigos serían ineludibles, extremadamente severos y crueles.
Cuando las reformas legistas se introdujeron en el estado de Qin y posteriormente en todo el territorio chino de la dinastía Qin, la sociedad y el gobierno se organizaron de tal manera que se asegurara el cumplimiento estricto de la ley y se evitara la formación de camarillas que pudieran confabular y conspirar contra el emperador. Entre las reformas que se llevaron a cabo cabe destacar la reorganización familiar y la supresión de los derechos y privilegios de la aristocracia que pasaba a estar sujeta a la ley igual que el resto de súbditos del imperio. El emperador quedaba como único miembro de la nobleza, rompiendo así la tradición confuciana de respetar los antiguos linajes nobiliarios.
En cuanto a las familias, éstas también fueron reducidas en número de miembros bajo una misma casa, poniendo fin así a la tradicional familia numerosa que defendían los confucianos. Las familias y toda la sociedad estaban organizadas en grupos de responsabilidad mutua, por lo que si alguien sabía que otra persona había infringido la ley, ésta tenía la obligación de denunciar a la persona infractora, de lo contrario, recibiría el mismo castigo que el infractor y que también se haría extensible a los demás miembros de su grupo.

[…] Para que una nación sea fuerte e invencible, pues, cuatro cosas son necesarias: que el pueblo observe la ley y apoye al ejército con unanimidad total; que el pueblo aprecie lo que es bueno para la nación entera y desprecie lo que sea bueno sólo para algunos; que todo el pueblo sea delator, con lo que nadie osaría violar la ley, y que la ley sea clara e impida todo desorden social. Sólo cuando una nación haya logrado estas cuatro cosas será fuerte, y decaerá si no las logra […].

(Han Fei Zi. El arte de la política. Capítulo 54: los hombres y la ley)


Con un sistema como éste, que en la sociedad actual tildaríamos de despótico y dictatorial, las personas vivían en un estado de alerta permanente, temerosas de la ley, y no se atrevían a formar alianzas para conspirar por miedo a ser denunciados por sus personas más allegadas.
La esencia del legismo se puede definir en tres palabras clave:

La primera de estas palabras clave es fa , es decir, la ley. El reino tiene que disponer de un código legal en el que se hagan explícitos los delitos y los castigos correspondientes por infringir la ley.

Ningún gran hombre fundaría su gobierno en el principio de satisfacer los deseos de los hombres, pues los hombres sólo buscan su provecho material, sino en la ley, con sus premios y sus castigos. Y gobernaría aplicándoles castigos extremadamente rigurosos, mas no por odio sino por amor, porque es gracias al rigor de los castigos que nadie osaría violar la ley y las naciones y los pueblos vivirían, así en paz.

(Han Fei Zi. El arte de la política. Capítulo 54: los hombres y la ley)

Los legistas ven la ley no como algo estático e inmodificable los confucianos veía los ritos, sino como algo dinámico y sujeto a cambios según las circunstancia del momento. En este punto se puede apreciar la influencia taoísta de que todo está mutando de forma permanente y que, por lo tanto, el hombre tiene que adaptarse a ese equilibrio natural y obrar según las circunstancias del momento.

[…] Para llegar a bien gobernar, pues, no hay más que un camino: el de abandonar la aplicación de las normas inmutables y seguir una ley que dé estabilidad a la nación, siendo una ley que da estabilidad aquella que cambia con los tiempos. De esta suerte, para que el gobierno dé buenos resultados ha de emplear medias amoldadas a cada situación social concreta: mientras que para dominar a un pueblo corriente, por ejemplo, bastaría con deshonrar u honrar verbalmente a sus hombres sin ser necesaria la ley, para dominar un pueblo astuto convendría otorgarle premios e infligirle castigos.
Actualmente, dado que todo ha cambiado, se han de adaptar los métodos de gobierno a los tiempos, o los desórdenes sociales serán inevitables, y se han de reemplazar las antiguas amenazas verbales por leyes que sometan a los hombres astutos actuales, como los confucianos, o la decadencia de las naciones será inevitable. De ahí que los grandes hombres gobernarían aplicando una ley conforme a los tiempos y modificando la ley según los pueblos fuesen astutos o no.

(Han Fei Zi. El arte de la política. Capítulo 54: los hombres y la ley)


La segunda palabra clave es shu que literalmente significa “técnica” o “arte” hace referencia a la habilidad del monarca de manipular a sus ministros y consejeros. El monarca nunca debía mostrar sus sentimientos o preferencias, ya que de esta manera sus ministros podrían tratar de complacerle y después conspirar a sus espaldas.

Lo que más estimarían los monarcas, si fueran inteligentes, sería el conducirse en todo con extrema cautela. Se cuidarían mucho de ser reservados con sus sentimientos de predilección y aborrecimiento hacia otros, porque si sus ministros notasen por quién sienten predilección o aborrecimiento, serían ellos quienes dispensarían favores al predilecto o impondrían castigos al aborrecido, arrogándose, en cualquier caso, bien la magnanimidad bien la autoridad que no les corresponde. De ahí que los monarcas, si fueran inteligentes, se expresarían con una cautela tan extremada que nada desvelarían ni mostrarían acerca de sí […].

 […]He aquí cómo proceden los monarcas que saben gobernar: primero, escuchan las propuestas de sus ministros; segundo, analizan su utilidad; tercero, comprueban que resultados han dado y, cuarto, conceden premios a los ministros cuyas propuestas los hubieran dado buenos e impondrían castigos a aquellos cuyas propuestas no; y así, siguiendo este método, no quedaría en sus cortes un solo elocuente inútil […].

(Han Fei Zi. El arte de la política. Capítulo 48: los ocho principios)


 El monarca debía dejar que sus ministros tomaran las decisiones de tal manera que éstos, al no conocer las verdaderas motivaciones del monarca, no supieran a lo que atenerse. De esta manera, el monarca podría aplicar premios o castigos según si las acciones de sus ministros fueran buenas o perjudiciales para el mismo monarca y el Estado.


   […] Embaír a los monarcas consiste en trazar estratagemas, y trazar estratagemas no es sino cambiar. Pero tanto las estratagemas como los cambios de los malos ministros son evitables: si los ministros ven que los monarcas premian a quienes sirven bien a la nación y castigan a quienes delinquen, no osarán delinquir, y si ven que los monarcas nunca desvelan sus juicios sobre lo que les gusta y disgusta y siempre callan para sí lo que cada ministro les transmite, no se atreverán a cambiar de opinión sólo para que coincidan con las que, ya desveladas, sabrían que satisfarían a los monarcas, sino que dirían las que dirían las que en verdad favorecieran a éstos […].

Así se ha de investigar a los ministros: cogiendo información de todo tipo acerca de ellos, o nunca llegarán a saber cómo son y qué hacen en verdad, y ponderando cada hecho turbio, o nunca descubrirán qué ministro es responsable de qué infracción. Es decir, que los monarcas deberían diseccionar todo lo que hacen y dicen sus ministros y reprender rigurosamente a los hallados culpables de infracciones. ¿Qué les podría ocurrir de no seguir este método? Por un lado, el ver sus obras y palabras libres de disección llevaría a los malos ministros a perderles al punto todo respeto; por otro, el ver sus faltas libres de represión y castigo les movería a maquinar en su contra sin temor. Siguiendo este sistema de disección meticulosa de lo que dicen y hacen sus ministros, sin embargo, los monarcas obtendrían pruebas manifiestas de si cumplen, y cómo de bien, su deber de servir a la nación. Y en cuanto a la reprensión de los culpables, conviene anotar que los monarcas que tengan intención de llevarla a cabo deberían mantenerla secreta hasta el momento mismo de ejecutarla.
De ahí se deduce que si, al observar lo que hacen y escuchar lo que dicen y proponen, descubriesen los monarcas indicios de que sus ministros andan en maquinaciones, correspondería que premiasen a los que no hayan tomado parte en las maquinaciones y castigasen con igual rigor tanto a los malos maquinadores como al resto de los ministros que, conociéndola, no la hubiesen delatado […].
(Han Fei Zi. El arte de la política. Capítulo 48: los ocho principios)

Esta forma de actuar del monarca está claramente inspirada en la máxima taoísta de la “no acción” wuwei 无为.

[…] Los monarcas han de estimar la quietud y la reserva como al jade. De ahí que no deban hacer las cosas por sí mismos sino sólo saber si sus ministros son torpes o diestros al hacerlas; de ahí que no deban hacer planes ellos mismos sino sólo saber si los que hacen sus ministros serían provechosos o perjudiciales para la nación. Que no pregunten, pues sin preguntar, obtendrán buenas respuestas, y que no obren, pues sin obrar obtendrán buenos resultados. Así deben hacer: escuchadas las propuestas de los ministros, las tomarán como si fueran la mitad de un anillo; vistos los resultados, los tomarán como si fueran la otra mitad, y comprobarán si ambas mitades encajan, y en esto se basarán para otorgar los premios e imponer los castigos de la ley […].

(Han Fei Zi. El arte de la política. Capítulo 5: así deben hacer los monarcas)

Finalmente, la palabra  shi , que significa “poder”, hace referencia a la autodad del monarca. Si quiere mantener el poder, el monarca no debería,  bajo ninguna circunstancia, delegar poder de decisión a sus ministros, el monarca es quien ha de tener el control absoluto del poder del Estado y, el poder de decidir cuándo hay que conceder premios y cuándo hay que aplicar severos castigos. De no ser así, sus súbditos le perderían todo el respeto y acabaría perdiendo el control del poder.

Para que los mandatos de los monarcas sean cumplidos y acatadas sus prohibiciones, han de tener poder y autoridad: poder absoluto para emitir y no emitir penas de muerte y autoridad para someter al pueblo. ¿Y qué han de hacer para no desacreditar tal poder y para no perder tal autoridad? Primero: nunca han de instaurar ni abolir leyes, según las que se decida si premiar o castigar, arbitrariamente, sino que han de seguir un solo criterio fijo y claro; segundo: nunca han de permitir que sus ministros castiguen ni premien a nadie, o su autoridad quedaría dispersada.

(Han Fei Zi. El arte de la política. Capítulo 48: los ocho principios)


Clase magistral sobre Legismo (inglés)


 

martes, 16 de octubre de 2012

Taoísmo 道家



Lao Zi 老子

El Taoísmo filosófico o Daoísmo (esta última forma escrita según las reglas de transcripción y pronunciación del pinyin) fue una escuela de pensamiento contemporánea al Confucianismo. Esta escuela de pensamiento estuvo representada por tres personajes en concreto que forman la trilogía del Taoísmo. Por un lado Lao Zi 老子, personaje legendario a quien se le atribuye haber escrito el libro del Tao o Dao de jing 道德经. Por el otro,  Zhuang Zi 庄子, del cual sí se tiene constancia histórica (se sabe que escribió algunos pasajes de la obra que lleva por título su propio nombre) y Lie Zi 列子 autor del Tratado del vacío perfecto o libro de la perfecta vacuidad.
El Taoísmo filosófico gira entorno al concepto del Dao (o Tao) , que significa el camino, vía o método, y que también es usado por el Confucianismo, el Buddhismo y otras escuelas de pensamiento, aunque con significados diferentes. El Dao del Taoísmo es una entidad anterior al tiempo y al espacio, el Dao es infinito, es vacuidad, no se lo puede definir, ni describir porque no tiene rasgos físicos. Según los taoístas, todo en la vida está en un perpetuo fluir, todo está en constante cambio salvo el Dao que es de donde surge todo y hacia donde regresa todo.
La vacuidad es un concepto muy importante para los taoístas quienes la asocian con Dao. La vacuidad es algo que pasa desapercibido para todo el mundo, algo que nadie valora pero que da sentido a las cosas de la vida, es decir, el no ser da sentido al ser.

11. Treinta radios se unen en una rueda. Pero su utilización también depende del espacio vacío entre los radios.
Hacen los vasos de arcilla. Pero su utilización depende del espacio vacío que hay en éstos.
Hacen paredes, puertas y ventanas en una casa. Pero su utilización también depende del espacio vacío que hay en ésta.
Así es como se relaciona la utilidad de los objetos con el espacio vacío.

(Libro del Dao)

Sin embargo, según el Taoísmo, el Dao no se puede nombrar, no se lo puede delimitar, porque el Dao del que hablamos no es el verdadero Dao, el verdadero Dao es en realidad algo infinito e inalcanzable para el conocimiento racional humano.

1.       El Dao que puede nombrarse no es el Dao eterno.
El nombre que puede nombrarse no es el nombre eterno.
Lo innominable es el origen del Cielo y la Tierra.
Lo nombrable es la madre de las diez mil cosas.
Libre de deseos puede comprenderse el misterio.
Cautivo del deseo pueden verse sólo las manifestaciones.
Ambos tienen la misma fuente, pero difieren en nombre,
la oscuridad en la oscuridad,
la puerta hacia todo misterio.

(Libro del Tao)

Taoismo vs Confucianismo

En primer lugar, el concepto de Dao que tienen taoístas y confucionistas es completamente distinto. Para los confucianos, el Dao es el camino que siguieron los santos reyes de la antigüedad, es la moral, forma de actuar y las obras ejemplares de esos reyes.  Por lo tanto, el Dao confucionista es un camino labrado por el hombre, donde el hombre es el centro de todas las cosas. Para los taoístas, en cambio, el Dao es una entidad anterior al hombre, a la tierra y el cielo, es atemporal porque siempre ha existido, es indefinible e infinito, es inmutable y constante, es vacio. El hombre y todo lo que hay en el cielo y la tierra son producto del Dao, todo  nace de Él y todo acaba volviendo hacia Él en un perpetuo fluir.

 Los taoístas, a diferencia de sus coetáneos confucionistas, rechazan el estudio y el conocimiento racional porque creen que aleja a los hombres de la verdadera naturaleza del Universo. Las personas que poseen conocimientos racionales quieren definir el mundo, lo quieren acotar, lo quieren poseer, pero lo único que consiguen con ello es ver la apariencia de las cosas y no su verdadera naturaleza, se fijan sólo en las particularidades y son incapaces de ver el “todo”. Por ejemplo, los Confucianos creen que para el buen funcionamiento de la sociedad y el gobierno  es necesaria una rectificación de los nombres, es decir, que cada cosa se llame por su nombre, que los nombres de las cosas describan la verdadera naturaleza de las cosas para que no haya malos entendidos. Los taoístas, en cambio, apuestan por un conocimiento fruto de la experiencia, un conocimiento libre de prejuicios en el que el sabio observa el devenir natural de las cosas sin ningún ánimo de definirlas o poseerlas, ni tampoco de cambiar el curso natural de las mismas.
Para los confucianos son sumamente importantes los ritos li entendiendo por ritos no solamente las ceremonias y ofrendas a los ancestros, sino también todo lo referente a las relaciones humanas: etiqueta, protocolo, comportamientos y conductas adecuadas dentro de la sociedad. Para los taoístas, los ritos son fruto de la convención social y, por lo tanto, no tienen ningún valor. Es más, lo único que hacen los ritos es corromper la sociedad y alejar a los hombres de la verdadera esencia del Dao.
Para los confucianos, el eje central de la vida es la familia y la vida en sociedad. El junzi o hidalgo confuciano es aquel que profesa la humanidad ren  , su moral y sus actos se ajustan a lo prescrito en los Cánones chinos, es decir, actúa de forma ejemplar igual que lo hicieron los santos reyes de la antigüedad. El sabio taoísta, en cambio, apuesta por llevar una vida más austera, sencilla y alejada de la sociedad con el objetivo de estar en perfecta armonía con la naturaleza, es decir, para estar más cerca del Dao. Pero para llegar a eso hace falta el sabio se rija por el “no actuar” o wuwei 无为, que no significa no hacer nada, sino simplemente no influir ni intentar cambiar el devenir natural del universo. 


Taoísmo 道家


 

Taoísmo 2道家


 

 Taoísmo y el libro del Tao (Dao De Jing) 道德经和道家


 

La religión en China: taoísmo vs confucianismo


 

 Clase magistral sobre el Daoismo (inglés)


 

Confucianismo 儒家


Religión y filosofía en China

Desde el punto de vista religioso, la civilización china se ha caracterizado siempre por su gran eclecticismo, es decir, por su gran capacidad de ir asimilando nuevos conceptos filosófico-religiosos sin necesidad de abandonar los que ya existían anteriormente, formando así una amalgama de distintos conceptos filosóficos y religiosos procedentes de distintas fuentes (Confucianismo, Taoísmo, Buddhismo, conceptos de la cosmología china, etc.), que dio a lugar a lo que se conoce en China como religión popular.


Contexto histórico
Los corrientes de pensamiento que han influenciado la sociedad china como el Confucianismo o el Taoísmo aparecieron y se desarrollaron durante la segunda mitad de la prolongada dinastía Zhou. Los historiadores suelen dividir este período en dos sub-periodos que denominan Primaveras y Otoños (chunqiu 春秋 722-481 a.C)  y Estados Combatientes (zhanguo 战国 481-221 a.C). 
Durante siglos los reyes de la dinastía Zhou habían mantenido el orden, la paz y la harmonía en su gobierno compuesto de diferentes feudos que juraban lealtad al poder central de los Zhou. Los Zhou, que habían arrebatado el poder a la dinastía anterior, la de los Shang, basaron su gobierno en un nuevo concepto que justificara su usurpación del poder de los Shang, el concepto del Mandato del Cielo (Tianming 天命), según el cual una dinastía despótica que había llevado una mala gestión del Estado y había maltratado al pueblo, podía perder el favor del Cielo. Esta pérdida de poder solía ir precedida de ciertas señales que auguraban un cambio de dinastía como las catástrofes naturales (sequias, inundaciones, terremotos), malas cosechas y períodos de hambruna que daban lugar a rebeliones populares que finalmente acababan por derrocar la dinastía reinante.
Las llamadas Cien Escuelas de Pensamiento chino o zhuzi baijia 诸子百家 surgieron a finales del período Primaveras y Otoños como respuesta a una situación de profunda crisis política y de valores que estaba atravesando la dinastía de los Zhou. Las lealtades que antaño habían forjado los sabios reyes Zhou con los distintos feudos habían traído consigo siglos de paz, prosperidad y armonía en la sociedad. Sin embargo, con los siglos esas lealtades se fueron desmembrando progresivamente hasta desembocar en un estado de guerra permanente entre los distintos estados vecinos para hacerse con el control del territorio y los recursos de los demás estados (período de Estados o Reinos Combatientes).
De las muchas escuelas de pensamiento que surgieron en esa época, sólo llegaron a sobrevivir un número muy reducido, entre los cuales destacan el Confucianismo, el Taoísmo, el Legismo o el Mohismo. El surgimiento de las Cien Escuelas de Pensamiento tuvo como objetivo encontrar respuestas y soluciones a los problemas de aquel momento, haciendo especial hincapié en la relación del hombre con el cosmos (en el caso del Taoísmo), el hombre y su relación con la familia, el monarca y las tradiciones ancestrales (en el caso del Confucianismo), o el hombre y su relación con el estado y las leyes (en el caso del Legismo).

Confucianismo

El Confucianismo, conocido en China con el nombre de rujia 儒家 fue, desde la  instauración de la dinastía Han, la ideología central del gobierno imperial. Este sistema filosófico se articulaba entorno al concepto del Mandato del Cielo (Tianming天命) que reafirmaba el poder del emperador.
El modelo de estado que forjaron los primeros reyes Zhou y que defendía Confucio era un Estado que se estructuraba como una gran familia, es decir, era una estructura jerárquica de linajes familiares en forma piramidal en cuya cima estaba el monarca o Hijo del Cielo (Tianzi 天子). En este tipo de organización política y social, el culto a los ancestros tenía un papel sumamente importante, ya que es gracias a los ancestros que el poder se ha  ido transmitiendo generación tras generación a lo largo de los siglos. El monarca debía rendir culto a sus ancestros reales, de la misma forma que los hijos varones de cada familia debían rendir culto a sus respectivos ancestros. El culto a los antepasados es una tradición que se remonta en el origen de los tiempos de la civilización china, i que, en la actualidad, se sigue practicando, especialmente en zonas rurales. Así pues, en cierto modo, podríamos decir que este culto es la verdadera religión del pueblo chino, aunque, con los siglos, se hayan ido incorporando elementos de otros sistemas de pensamiento como el Taoísmo i el Buddhismo. 

Confucio

Confucio 孔子
Confucio o Kong Zi 孔子 como se le llama en China, fue un hombre que vivió a caballo entre los siglos VI y V a.C, fue coetáneo de Siddharta Gautama (Buddha) y de Sócrates. Confucio nació en el pequeño reino de Lu que ocupaba una parte de la actual provincia de Shandong. Desde pequeño, Confucio ya mostraba una gran erudición, se sabía de memoria los textos clásicos chinos y mostraba mucho interés por los antiguos rituales chinos.

Confucio, que vivió en el período de Primaveras y Otoños  se sentía profundamente afligido por esta situación de crisis política y de valores que estaba atravesando su país y por eso creía que era necesario recuperar la moral y las tradiciones del pasado. Confucio recopiló y sistematizó todos los preceptos y rituales de la remota antigüedad porque veía en aquel pasado una verdadera edad de oro en la cual sus reyes habían llevado a cabo un gobierno ejemplar que era necesario emular. En realidad, Confucio nunca ideó ninguna teoría filosófica o política nueva sino que se limitó a recuperar las tradiciones de un pasado, según él, esplendoroso. De hecho,  Confucio decía de sí mismo que no había inventado nada, sino que simplemente se limitaba a difundir las ancestrales tradiciones que estaban escritas en los libros Clásicos.

VII-1. El Maestro dijo: «Transmito, no invento. Siento confianza y querencia hacia la antigüedad; [en este aspecto,] me comparo humildemente con Lao Peng».
(Analectas de Confucio)

Confucio creía que los soberanos de su época actuaban solamente por interés propio  y no por el bien común de la sociedad y a favor de la harmonía social como los santos reyes de la antigüedad. Según Confucio, estos soberanos se caracterizaban por tener “humanidad” (pronunciado ren). Este término es la espina dorsal de la filosofía confuciana y es precisamente lo que siempre predicaba el propio Confucio. La palabra ren expresa justamente la virtud de cumplir con las responsabilidades de uno mismo para con los demás. De hecho, si analizamos la morfología del carácter (radical de persona con el número dos ), ya expresa de alguna manera lo que significa esta palabra, que el hombre no está solo en la sociedad y que es de suma importancia relacionarse correctamente con las demás personas. El concepto de ren es la esencia del pensamiento confuciano que surge cuando las conductas de las personas se ajustan a lo prescrito en los cánones y ritos de la antigüedad. Cuando las personas tienen humanidad, la vida en sociedad es harmónica, las persones sienten empatía y comprensión hacia los demás.

VI-28. Zigong dijo: «¿Qué os parecería quien prodigara gracias al pueblo y favores a las multidudes? ¿Podría decirse que posee humanidad?»
El Maestro dijo: «¡Qué va a ser humanidad! ¡[Ese hombre] sería un santo! [Ni siquiera] Yao y Shun llegarían a tanto! La humanidad [consiste en] formarse formando a los demás, lograr haciendo que logren los demás. Toma en ti mismo el ejemplo [de lo que debes hacer respecto a los demás], puede decirse que ésa es la receta de la humanidad».

XII-2. Zhonggong preguntó acerca de la humanidad. El Maestro dijo: «De puertas afuera, compórtate como ante un huésped dignatario. Dirige al pueblo como si de celebrar una gran ceremonia se tratase. Lo que no desees para ti, no lo impongas a los demás. Que no haya descontento ni en el señorío, ni en el feudo».
Zhonggong dijo: «Pese a mi falta de perspicacia, trataré de hacer lo que decís».

(Analectas de Confucio)

Como a Confucio le tocó vivir en una época de profundas desuniones y enfrentamientos entre soberanos, Confucio se dedicó a ir de corte en corte intentado adoctrinar a monarcas y a personas influyentes sobre cuales debían ser las buenas conductas y formas de gobernar correctamente, sobre cuál debía ser el buen ejemplo a seguir. Sin embargo, Confucio siempre fracasó en su empresa porque todos los monarcas hacían caso omiso a sus consejos, y acabó sus días ejerciendo de maestro de todo aquel que solicitara sus servicios. Entre sus discípulos, había hombres procedentes de clases nobles y hombres que procedían de clases pobres y humildes, pero Confucio nunca hizo distinciones porque abogaba por una enseñanza sin distinción de clases sociales. De hecho, Confucio creía firmemente en el hecho de que proceder de la nobleza no daba ninguna garantía de ser un hidalgo o junzi 君子. Un junzi, según Confucio, era un hombre que no actuaba en beneficio propio, sino que se guiaba por una rectitud moral y ética determinadas, un junzi era un hombre virtuoso que tenía mucha humanidad, condición que no venía dada en ningún ser humano de forma natural, sino que había que forjarla a través del estudio de los Clásicos chinos y poniendo en práctica las enseñanzas que aparecían en esos libros. Según Confucio, en esos Clásicos se acumulaba toda la sabiduría de los gobernantes del pasado.

IV-10.  El Maestro dijo: «Respecto al mundo, el hidalgo carece de [prejuicios] a favor o en contra [de las cosas], se ciñe a lo justo».
IV-11. El Maestro dijo: «El hidalgo piensa en la virtud; el villano, en la hacienda. El hidalgo piensa en las reglas, el villano, en los privilegios».
IV-12. El Maestro dijo: «Quien actúa en función de sus propios intereses provocará muchas hostilidades».
IV-16. El Maestro dijo: «El hidalgo entiende de justicia; el villano entiende de provecho».
VII-36. El Maestro dijo: «El hidalgo se halla sereno y despejado; el villano, ansioso y abrumado».
XIII-26. El Maestro dijo: «El hidalgo posee grandeza, pero no soberbia. El villano posee soberbia pero no grandeza».

(Analectas de Confucio)

Para Confucio, la familia era la base de la sociedad y la forma perfecta de gobierno. De la misma forma que un padre ama a su hijo y, éste a su vez, ama, respeta y obedece a su padre (piedad filial); un gobernante y sus súbditos debían comportarse de igual forma, es decir, si el monarca amaba a su pueblo y le proporcionaba  bienestar, el pueblo amaría, obedecería y  veneraría a su monarca. En resumidas cuentas, Confucio creía que el Estado no era más que una extensión de la familia y que, por lo tanto, si todas las familias profesaban la piedad filial, los beneficios resultantes de ésta se extenderían también al gobierno.  

II-20. El señor Ji Kang preguntó: «Cómo conseguir la veneración, la lealtad y el esfuerzo del pueblo?»
El Maestro dijo: «Tratadlo con dignidad, y seréis venerados. [Mostrad] piedad filial y paternal solicitud, y obtendréis su lealtad. Promoved [al hombre de] talento e instruid al incapaz, y el pueblo se verá animado al esfuerzo». 

II-21. Alguien preguntó al Maestro Kong: «Maestro,  ¿por qué no servís en el gobierno?».
El Maestro contestó: «El Libro de los Documentos dice: «Piedad filial, sólo piedad filial y fraternidad. [Sus beneficios] se extienden al gobierno». Siendo así, ¿por qué habría yo de servir en el gobierno?».
(Analectas de Confucio)

Según Confucio el buen gobierno sólo sería posible si que cada individuo acepta su posición dentro la sociedad, actuando y comportándose en consecuencia.
XII-11. El duque Jing de Qi preguntó al Maestro Kong acerca del gobierno. El Maestro Kong dijo:
«Que el señor sea señor; el vasallo, vasallo; el padre, padre; y el hijo, hijo».
El duque exclamó: «¡Excelente! Si el señor no es señor, el vasallo no es vasallo, padre no es padre y el hijo no es hijo, por abundantes que fueran las mieses, ¿llegaría yo a disfrutarlas?».
 (Analectas de Confucio)                                                                          

Lo que quería decir Confucio en este párrafo es que si cada cual no hace bien su función dentro de la sociedad y el gobierno, aunque haya abundancia de recursos en el país, mucha gente no tendrá acceso a ellos porque siempre habrá gente que se deje llevar por la avaricia y tome lo que no es suyo.
Confucio nunca se centró en los problemas metafísicos de la vida, su único deseo era perfeccionar la vida de los hombres dentro de la familia i la sociedad. De hecho, en uno de los pasajes de las Analectas, cuando uno de sus discípulos le pregunta acerca de la muerte y los espíritus Confucio dice lo siguiente:

XI-12. Jilu preguntó cómo servir a los espíritus y a los dioses. El Maestro respondió: «Tú no eres capaz de servir a los hombres, ¿cómo podrías servir a los espíritus?»
Jilu inquirió: «¿Puedo preguntarte sobre la muerte? El Maestro respondió: «Todavía no conoces la vida, ¿cómo podrías conocer la muerte?»

Confucio tampoco hizo hincapié en la cuestión de si la naturaleza de los hombres era buena o mala, es decir, si los hombres tendían o no de forma natural hacia la bondad o hacia la maldad. Sin embargo, dos de sus discípulos más brillantes, Mencio (Meng Zi) y Xun Zi, sí que llegaron a profundizar en este tipo de cuestiones. Mencio tenía una visión optimista sobre la naturaleza del hombre y afirmaba que el hombre era bueno por naturaleza. Xun Zi, en cambio, tenía una visión más pesimista o realista y afirmaba que el hombre era malo por naturaleza, razón por la cual era necesario instruirlo para llevarlo por el buen camino. 


Confucio y el Confucianismo 孔子和儒家



 

 Clase magistral sobre la vida de Confucio (Inglés)


 

Clase magistral sobre la sociedad confuciana (inglés)